Nini Raigoza, con su batuta dirige la integración musical en Cúcuta

Esta mujer venezolana es la directora de la Orquesta Sinfónica Binacional y está trabajando por transformar las vidas de los niños, niñas y adolescentes de la ciudad.
 
A lo largo del tiempo, la música ha funcionado como un mecanismo de unión entre personas de distintas nacionalidades, creencias, credos, condición económica que se sienten atraídas por los ritmos, los sonidos y las letras generando que el arte sea usado como un mecanismo de integración entre culturas cercanas o distantes.
 
La Orquesta Sinfónica Binacional es una apuesta por la integración de músicos tanto de Colombia como de Venezuela, que surgió desde 2018, cuando se conformó por primera vez y comenzó su trabajo con niños, niñas y adolescentes que encuentran en la música una pasión y talento que contribuye a sus proyectos de vida.   
 
Su directora, Nini Raigoza es el mejor ejemplo de la forma en que la música transforma las realidades y la vida de las personas, ayudándoles con sus procesos internos, como salir de sus países de origen en busca de nuevas oportunidades, dejando la vida que alguna vez tuvieron y comenzando de nuevo en un lugar desconocido. 
 
Desde los 8 años, cuando tomó su primer instrumento, esta mujer oriunda del estado Táchira,  en la frontera venezolana, vio su vida permeada de los ritmos que la música tenía para ofrecerle y aunque su deseo era tocar el saxofón, debido a que ese instrumento no se encontraba en el Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, el clarinete tocó a su puerta y nunca más salió de su corazón. 
 
Es a los 18 años cuando decide dedicarse de lleno a la música y dio inicio a su trabajo con algunas ONG, lo que la llevó en un primer momento a migrar hacia Perú, gracias a una oferta laboral que la incorporó a un proyecto llamado Red Musical Chinchana. Sin embargo, no funcionó del todo y le tocó volver a Venezuela, cuando por segunda vez decidió migrar, pero esta vez hacia Colombia, luego de que le hicieran una oferta de trabajo a su compañero de vida. 
 
Junto con él y su pequeña hija, se dedicaron no solo a fortalecer su familia, sino también enseñarle la belleza de esta profesión a la niña que hoy también explora diferentes aspectos de la música, tal como lo hicieron sus padres en la infancia.
 
Para Nini, que su hija haya encontrado el camino de la música, es algo que le llena el corazón y espera “poder apoyarla en todo lo que decida, hasta que encuentre el instrumento que mejor la haga sentir, o ese instrumento la encuentre a ella”, tal como le pasó a ella con el clarinete. 
 
 Desde hace más de un año, su vida ha estado dedicada a su cargo como directora de la orquesta y a su familia, pero todos sus logros no se han dado de la noche a la mañana, sino que han sido fruto de sus esfuerzos y dedicación, pues cuando tuvo contacto por primera vez con la orquesta de la que hoy es directora, su primer cargo fue docente musical, lo cual cambió al postularse y ser elegida entre todas las opciones de hojas de vida que fueron enviadas para la vacante, que se abrió con solo tres meses de haberse vinculado a este proceso.
 
En la actualidad, Nini se siente orgullosa de poder enseñar a los niños y jóvenes colombianos y venezolanos que se encuentran en condición de vulnerabilidad, una alternativa para poder desahogarse, invertir de manera productiva su tiempo libre, o escapar de algunas problemáticas que llegan a vivir en los diferentes contextos en los que se encuentran. 
 
A final de cuentas, para ella, su principal motivación son las sonrisas de los pequeños que sabe que puede impulsar con algo que la llena y la hace feliz, realizando su trabajo de la mejor manera posible, tal como lo hacía el Maestro José Antonio Abreu en Venezuela, a quien admira y pretende ser precursora en su proyecto musical con el que impactó y fue reconocido a nivel mundial. 
 
“La música nos une como familia, sin importar la condición social, el estrato económico, si eres blanco o negro, nada de eso importa acá; nosotros hablamos un solo lenguaje que es el de la música, por eso darle un instrumento a un niño, ahorita actualmente en la sociedad en la que nos encontramos, con tanta necesidad que tienen los niños actualmente, darles un instrumento y hacerlos pertenecer a una orquesta es la mayor emoción que yo siento como maestra”, señaló. 
 

Nada ha sido fácil

 
Al igual que para los 7.7 millones de venezolanos que han debido salir de su país debido a la crisis económica, social y política, para enfrentarse al reto de lo desconocido, pero con la fe de un futuro mejor, Raigoza ha enfrentado obstáculos que ha sido capaz de superar con la ayuda de su familia y su talento, el cual la ha llevado a estar donde está hoy.
 
A sus 41 años, de los cuales ha dedicado más de 20 a la integración de las personas por medio del ritmo y las melodías que tanto la caracterizan, sigue firme en sus pensamientos y en que su labor puede seguir transformando la vida de las personas, especialmente la de los niños, niñas y adolescentes. 
 
Con la Orquesta Sinfónica Binacional ha logrado ser reconocida en la ciudad de Cúcuta, apoyando en la construcción de los repertorios propios de este grupo, que incluyen el académico universal y cristiano, siendo este último el principal fin de la orquesta, teniendo en cuenta que es una organización de orden pentecostal, con ayuda de la ONG Compasión Internacional. 
 
En la sociedad existe el imaginario de que dedicarse a estas profesiones es menos valioso que otras, y por eso esta mujer lucha para desmentir esos pensamientos, para que quienes se dedican a esto comiencen a ser valorados y retribuidos correctamente por las actividades que realizan, impulsando a más personas a ser parte de este escenario lleno de amor y cultura. 
 
Hasta el momento, con su gallardía e ímpetu para perseguir sus sueños con la mejor de las actitudes, ha impactado a más de 50 niños que viven en zonas vulnerables de Cúcuta. Esto motiva a Nini a continuar en este sendero durante muchos más años, debido a que como profesional es lo que la llena y la motiva día a día a seguir siendo un ejemplo de integración y resiliencia.
 
*Publicado originalmente en laopinion.com.co